Después de haber ensalzado la Santísima Trinidad, la Iglesia Católica celebra otro dogma de fe divina: el de la Encarnación del Hijo de Dios que se hizo carne y permanece en el Sacramento por excelencia, la Eucaristía. La oración de la Misa exalta la infinita gloria dada a Dios por este augusto sacramento que aplica a las almas, en todo momento, los frutos de la Redención. Es en la cruz donde Cristo nos salvó, y la Eucaristía, instituida en la víspera de su Pasión, es su memorial. El altar es la prolongación del Calvario, y la Misa anuncia la muerte del Señor, ya que Jesús está presente como víctima gracias a las palabras de la doble consagración. En efecto, en virtud de estas palabras del sacerdote, la sustancia del pan es cambiada en el Cuerpo de Cristo y la sustancia del vino es cambiada en la Sangre de Cristo. Pero bajo las especies del pan está todo Cristo, así como bajo las especies del vino está Cristo entero, porque ya no puede morir. La Misa es...
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